Sólo cuatro días en Caux y, sin embargo, incluso después de bajar de la montaña, el alma aún perdura allí arriba.
Este año, con mis compañeros franceses, hemos contribuido al Foro para la Democracia organizando tres mesas redondas bajo el título: "Los conflictos en Oriente Medio, una perspectiva francesa". Porque Francia es un país donde estos conflictos devastadores encuentran un eco poderoso y doloroso; pero en Francia también viven constructores de paz. La persona que, durante meses, se había dedicado a prepararnos para estos días, lamentablemente no pudo venir a Caux, dos semanas antes del evento, por motivos profesionales urgentes.
Por lo tanto, cada uno de nosotros fue llamado a dar la bienvenida a uno de los diez ponentes de nuestras mesas redondas; hombres y mujeres de diversos orígenes, culturas y enfoques, de cuya calidad de contribución no teníamos ninguna duda, a pesar de sus diferencias de opinión y del contexto tan delicado.
Acogerlos: acompañarlos a su llegada a una casa grande y desconocida, guiarlos en los ritmos de la casa, pero también presentarlos entre sí, fomentar los encuentros y los intercambios, e involucrarlos en todos los aspectos de la vida en la casa.
Jamás había sentido tan profundamente que éramos un equipo unido en la acción, combinando nuestras capacidades para el éxito de un evento al servicio de la paz mundial. Algo más grande que nosotros sacó lo mejor de nosotros y nos elevó por encima de nosotros mismos.
Éramos conscientes, de manera unánime, de la importancia del momento y de nuestra parte de responsabilidad: personas ilustres habían respondido a nuestra invitación para venir a un lugar que no conocían con el fin de contribuir a una reflexión global sobre nuestro mundo desgarrado, para cuestionar cómo garantizar la supervivencia de los derechos humanos y los valores democráticos cuando un nuevo orden mundial los pisotea y favorece las relaciones de poder.
En este foro, también estuvimos rodeados de participantes a quienes otras guerras habían enfrentado en bandos opuestos. ¿Cómo hablar de diálogo y reconciliación cuando las heridas aún están abiertas? Caux desempeñó su papel de lugar de acogida y de expresión del sufrimiento; y nosotros, que en muchos sentidos nos hemos librado, estuvimos allí para rodear con nuestra presencia atenta y nuestra amistad a quienes sufren más que nosotros, porque creemos que quienes más han sufrido son quienes más tienen que aportar para construir un mundo diferente.
Hace décadas, el hombre que inspiró el movimiento que dio origen a Iniciativas de Cambio (Frank Buchman) desafió a quienes le rodeaban: «Debemos elegir entre escuchar la voz de Dios o la de los tiranos y los cañones». Hoy en día, aún no hemos terminado de explorar el significado de estas palabras, que siguen siendo relevantes, ni de adaptarlas a la mentalidad de nuestro tiempo.
En Caux, recordamos que cada una de nuestras vidas es un microcosmos del mundo en el que vivimos. No hay pequeñas batallas ni grandes guerras. Todos están invitados a formar parte del proceso de sanación. Este es el precio de una nueva esperanza.